viernes, 17 de septiembre de 2010

Una cultura antropófaga


Es ésta que nos devora sin digerirnos, nos engulle con aquellos grandes intereses de uniformidad a través de la “información”, la publicidad y la propaganda. Es la marinada que nos dan con esto, para que después usen su utensilio favorito llamado televisión, un tenedor que nos embelesa con grandes artimañas, como una “Drosera Índica” (planta carnívora) a su presa. Para que por último nos convierta en un gran tejido adiposo o más sutilmente como diría Nietzsche: “Es aquella que paraliza al hombre de toda acción”
Dejamos de ser hombres pensantes gracias a la televisión quien desde niños va conformando nuestra paideia moderna o metapaideia, la que nos guía a través de caricaturas y así aprendemos un lenguaje lleno de banalidades, para después asquearnos de información hasta vomitarla. Sin embargo podemos estar llenísimos de “información” y a la vez estar desinformados, porque no analizamos las cosas y así iniciamos un proceso involutivo. Este gran retroceso humano lo maneja Giovanni Sartori en el “Homo videns” donde el hombre deja de procesar un lenguaje abstracto para hacerlo más simple y se dirige hacia un lenguaje perceptivo y vamos amando lo concreto.
Por esto mismo, personas con grandes intereses saben que nuestro opio es la televisión y nos van guiando a lo que ellos quieren; desde políticos, empresarios, magistrados, narcos, etc. Empresarios que se convierten en políticos y políticos que se convierten en empresarios del Estado en un mundo globalizado. Como Max Weber diría que son “Políticos que viven de la política y no para la política”.
Por lo que hay que empezar a cambiar con la ayuda de la ética del consumo y eligiendo a una verdadera democracia que se encargue de los Estados, pero no olvidemos lo que señala Popper “No puede haber democracia si la televisión no es sometida a un determinado control por parte de la sociedad” y sobre todo analizar la información que los medios de comunicación vierten y no nos quedemos con lo concreto, con lo que percibimos.
Por último, dejemos de eliminar culturas que sin ellas nos vamos en una reculada humana y dejemos lo poco de la grandiosa multiculturalidad que queda aun, ya que ésta nos permite conocer diferentes modos de ver la vida. “Pensemos en un mundo donde quepan muchos mundos”.
Balam-Quitzé

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